Chen cuenta que la policía se presentó el jueves a mediodía en su bar para recordarle que estaba prohibido hacer fiestas de Halloween con gente disfrazada. Era la tercera vez desde el pasado viernes que varios agentes entraban en su local, ubicado en la siempre animada concesión francesa de Shanghai, para lanzarle la misma advertencia.
“Es todo muy absurdo. Me dicen que no hay problema en que haga fiestas de Halloween siempre y cuando los clientes no lleven disfraces ni vengan maquillados”, relata Chen, que hasta ha quitado la decoración que había puesto la semana pasada (calabazas de plástico, velas y telarañas) porque dice que ya no sabe lo que es legal y lo que no.
A dos calles del bar de Chen, hay una famosa intersección con tres populares garitos que se suelen llenar por las noches, sobre todo de residentes extranjeros, y donde la policía de la capital financiera de China también ha pasado varias veces para advertir a los propietarios que nada de fiestas de disfraces este año.
“Las autoridades se han vuelto paranoicas porque creen que los disfraces de Halloween pueden ser un pretexto para armar una disimulada protesta pública contra el control y represión del Gobierno”, asegura el dueño de uno de los negocios.
El miércoles, algunos bares del centro de Shanghai recibieron una extraña notificación por parte de las autoridades locales: a partir de las 21.00 horas, hasta el domingo, no se puede dejar entrar a nuevos clientes, vayan disfrazados o no.
El fin de semana pasado, la policía disolvió a una multitud que estaba celebrando Halloween en una concurrida avenida en el centro de Shanghai y detuvo a varias personas. A algunas simplemente se les pidió la documentación. Otras, como un chico que llevaba un traje de Batman, acabaron en comisaría.
“Se han vuelto locos, a mi amigo se lo llevaron el domingo y estuvo cuatro horas retenido en una comisaría. Su delito fue pasear por la calle maquillado como si fuera un zombi”, asegura a este periódico una testigo.
Las autoridades han instalado vallas alrededor del parque Zhongshan, donde este año se habían organizado varias quedadas por Halloween, y también hay más presencia policial de lo habitual en la concesión francesa, con furgones repartidos por las calles donde se concentran más bares.
Antecedente: la fiesta del año pasado
Para encontrar una explicación a toda esta inesperada represión contra Halloween en la ciudad china donde más se celebraba, hay que remontarse a hace justo un año. Miles de personas salieron disfrazadas por Shanghai en lo que fue la primera gran fiesta callejera tras los largos cierres del Covid. En las redes sociales chinas se hicieron virales algunos disfraces de gente que llevaba un traje EPI, el equipo de protección que estaba por todas partes en China durante la pandemia.
Otros, con dos cajas, simulaban ser una de las famosas cabinas que hacían pruebas PCR y que se instalaron por todas partes. Hubo también quien salió de casa disfrazado de hoja en blanco, el símbolo de las masivas protestas que hubo a finales de 2022 contra los confinamientosy la censura que empujaron a que el Gobierno de Xi Jinping decidiera levantar de golpe todas las restricciones. En redes circuló un vídeo muy popular de un joven disfrazado de una cámara gigante, un guiño al mega sistema de videovigilancia del gigante asiático.
Hubo un fantástico ambiente el año pasado en la ciudad más abierta del país. Pero en los círculos de poder no debió hacer ninguna gracia lo que interpretaron como disfraces que se burlaban de las políticas del Gobierno.
Varias fiestas de Halloween previstas para este jueves fueron canceladas. Lo mismo que para el viernes y el sábado. En la capital, Pekín, algunas famosas discotecas también han recibido notificaciones de que no pueden celebrar fiestas de disfraces. “Todo aquel que intente entrar con trajes extraños o maquillajes excesivos será inmediatamente expulsado”, reza un mensaje publicado por uno de estos lugares.
El jueves por la noche (hora local), a pesar de las intensas lluvias que están empapando Shanghai -las más fuertes en 40 años, vaticinan las autoridades, un elemento suficientemente disuasorio que no invita a grandes aglomeraciones en las calles-, continuaba una importante presencia policial en los barrios más céntricos, vigilando que no apareciera Batman para celebrar Halloween.
